La tecnología ha transformado profundamente el diagnóstico médico en las últimas décadas. Basta pensar en cómo la imagen médica –desde la resonancia magnética hasta la tomografía computarizada y ecocardiografías– ha revolucionado la forma en que vemos el cuerpo humano. Hoy, una nueva generación de herramientas personales –relojes, pulseras, anillos inteligentes– promete hacer algo similar con la salud, y en concreto, con el diagnóstico y monitorización del sueño: convertir lo invisible en visible, lo subjetivo en medible.

Estos dispositivos, capaces de registrar variables como la frecuencia cardíaca, los movimientos nocturnos o las fases del sueño, abren una puerta inédita para detectar y seguir trastornos como la narcolepsia, la apnea o el insomnio. Y lo hacen desde el entorno cotidiano

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