Muchos tienen un "truco secreto" en la mesa: dejar lo más rico para el final. Ese pequeño momento de placer no es casual, refleja cómo pequeñas decisiones cotidianas pueden estar ligadas a nuestra manera de disfrutar y organizar experiencias.

Este hábito también puede influir en la percepción del placer : al reservar lo más sabroso para el final, el último bocado se convierte en un punto de satisfacción que prolonga la sensación de disfrute de la comida.

Algunos expertos señalan que la manera en que elegimos consumir los alimentos habla de nuestra relación con las recompensas y el autocontrol . La expectativa y la paciencia que se ejercitan al reservar la parte más apetecible son un pequeño entrenamiento diario de gestión de impulsos .

Lo cierto es que mientras unos prefieren sa

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