El hallazgo del tesoro perdido de la región potosina ha sido motivo de fascinación durante más de dos siglos. Originario de la época colonial, se dice que el tesoro fue reunido por familias acomodadas, religiosos y comerciantes que operaban en la zona, y que durante las invasiones y conflictos del siglo XVIII y XIX fue cuidadosamente escondido. Pedro de Astorga, un empresario local, y Rodrigo Quezada, un comerciante con conexiones en la ciudad de México y Veracruz, son nombres que se repiten en las crónicas de la época. Ambos figuran como gestores de contratos que permitían resguardar objetos de valor ante saqueos o robos, pero la desaparición de documentos en los archivos históricos ha alimentado la leyenda. Los relatos mencionan cofres con monedas de oro y plata, alhajas, relicarios reli

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