Un buque de guerra estadounidense, el USS Gravely, ha llegado este domingo a Trinidad y Tobago, un archipiélago situado a solo 10 kilómetros de Venezuela. Este despliegue se produce en un contexto de creciente presión del presidente estadounidense Donald Trump sobre el régimen de Nicolás Maduro. La llegada del destructor, que se encuentra atracado en Puerto España, fue anunciada por el gobierno trinitense y se espera que permanezca en el país hasta el jueves, realizando ejercicios conjuntos con las fuerzas armadas locales.
El USS Gravely, un destructor de misiles de clase Arleigh Burke, está equipado con misiles de crucero Tomahawk y sistemas de defensa Aegis. Durante su estancia, una unidad de marines estadounidenses llevará a cabo entrenamientos que incluirán tácticas de infantería y ejercicios médicos avanzados. Este despliegue naval es parte de una estrategia más amplia de Estados Unidos, que ha intensificado su presencia militar en el Caribe desde agosto, incluyendo una campaña de ataques aéreos contra embarcaciones vinculadas al narcotráfico.
La Casa Blanca ha anunciado también el envío del portaaviones Gerald R. Ford, el más grande del mundo, lo que representa un aumento significativo de la capacidad militar estadounidense en la región. Maduro ha denunciado estas acciones como un intento de "inventar una nueva guerra" y ha acusado a Trump de utilizar el narcotráfico como pretexto para un cambio de régimen en Venezuela.
En Puerto España, la población tiene opiniones divididas sobre la llegada del buque. Algunos, como Lisa, una residente de 52 años, apoyan la presencia estadounidense, afirmando que "hay una buena razón por la que traen su buque de guerra aquí" y que es para ayudar a combatir los problemas de drogas en Venezuela. Sin embargo, otros, como Daniel Holder, de 64 años, expresan su preocupación por la posibilidad de que una intervención estadounidense en Venezuela pueda tener repercusiones en Trinidad y Tobago.
La movilización militar estadounidense ha resultado en al menos 43 muertes en ataques a embarcaciones sospechosas de narcotráfico en aguas internacionales, según informes. Dos ciudadanos trinitarios habrían sido asesinados en estos bombardeos, aunque las autoridades locales no han confirmado estas muertes. Expertos han cuestionado la legalidad de estas operaciones en aguas extranjeras.
La situación en Venezuela es crítica, con un contexto social y económico complicado. Rhonda Williams, una recepcionista de 38 años, expresó su deseo de paz, afirmando que "no necesitamos todos estos asesinatos y bombardeos, solo necesitamos paz... y a Dios". Por su parte, Ali Ascanio, un venezolano residente en Trinidad y Tobago, considera que la llegada del destructor es "alarmante" y una señal de guerra, esperando que la presión estadounidense lleve a Maduro a abandonar el poder.

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