Dos años después de investir a Pedro Sánchez , Junts per Catalunya vuelve al punto de partida: se siente engañado. Los de Carles Puigdemont entraron en el pacto con la promesa de reformular la frontera política catalana. Hoy solo cosechan frustración.
La investidura debía inaugurar una nueva era: amnistía, competencias migratorias, catalán con rango europeo… Promesas ambiciosas que, dos años después, se han desvanecido entre la burocracia y el cálculo político. La ejecución ha sido raquítica. Los compromisos socialistas, atascados; las expectativas nacionalistas, difuminadas. Una vez más, la política ha derrotado a la épica.
La dirección de Junts se reúne hoy para decidir si sigue sosteniendo al Gobierno o pasa a la ofensiva. Un órdago en toda regla. Como ha advertido el secretario

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