Cosas que pasan Alfonso Ussía
El volante confuso
El conde se presentó ante los examinadores para solicitar el carnet y se apoyó en la promesa que le había hecho el ingeniero
El conde del Valle de Andrín asturiano, culto y poco ágil, tenía como máxima ilusión en sus esperanzas tener el carnet de conducir. Suspendió seis convocatorias y se apresuró a estudiar con más ahínco el código de la circulación.
Por fin le llegó la notificación del día del examen. Tenía el conde un seiscientos blanco preparado para estrenarlo con su flamante carnet. La familia, que era muy religiosa, se reunió en una pequeña iglesia del oriente asturiano para pedir devotamente a Nuestro Señor que le concediera tranquilidad y seguridad durante su examen práctico, porque había aprobado el teórico milagrosamente.

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