Jorge Gil | EUROPAPRESS

27 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Un año después, Carlos Mazón sigue ahí. Su empecinamiento en continuar como presidente de la Generalitat Valenciana le ha convertido en símbolo de la indignidad y la indecencia políticas. Sobran, sobraban desde el principio, los motivos para que dimita. Mientras decenas de valencianos se ahogaban, él estaba comiendo y de larga sobremesa en El Ventorro y luego quién sabe dónde, hasta su más que tardía llegada al Cecopi, donde aparece totalmente desorientado y fuera de juego. Tras un cúmulo de mentiras y de ocultamiento de pruebas, Mazón aún no ha aclarado lo que hizo ese día. Las maniobras de distracción y la técnica del ventilador puestas en marcha para difuminar la innegable responsabilidad del Gobierno valenciano han f

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