Nunca, el presidente de la República Gustavo Petro Urrego pensó que el gobierno estadounidense tomara decisiones drásticas contra él y su entorno familiar, que lo irían afectar personalmente y financieramente ante las instituciones financieras nacionales e internacionales. Su arrogancia, soberbia y su vanidad de atacar permanentemente al presidente Donald Trump, en los diferentes escenarios donde convocaba a las mingas indígenas y organizaciones sociales para pronunciar sus acostumbrados discursos populistas e incendiarios, le generaron el más duro revés para su vida personal y para el país. De nada sirvió el transporte en 450 buses de indígenas y comunidades desde otros lugares del país, el pasado viernes a la Plaza de Bolívar en Bogotá, cuyos gastos fueron financiados con recursos del er

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