Cuando amanece en Juárez, Lupe ya está en su lugar de trabajo. Se levantó de madrugada con la rutina de siempre: preparó su “lonche”, se puso el uniforme y llegó a la parada del camión donde se encontró con sus compañeros. Apenas se saludaron, las risas comenzaron, llenando la fría mañana con la energía de un nuevo día. Así, entre conversaciones y bromas, el transporte público les llevó a cumplir con su jornada laboral.

Esta historia, que pareciera común, realmente es el reflejo de lo que hace grande a Ciudad Juárez: el carácter optimista de miles de personas que, con su labor diaria, construyen su vida, su comunidad y sus propias oportunidades.

Desde fuera, suele verse a Juárez con los lentes del estigma: violencia, feminicidios, narcotráfico o crisis migratoria. Y sí, esas heridas exis

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