Nelly Furtado , la voz que hizo bailar a una generación con “I’m Like a Bird” , ha dejado de subir a los escenarios —no por un agotamiento artístico, sino por una fatiga más silenciosa, más profunda: la de haberse convertido en objeto de juicio, no por lo que cantaba, sino por cómo lucía mientras lo hacía.

En los últimos años, los comentarios sobre su cuerpo se volvieron tan constantes que dejaron de ser anécdotas de redes para convertirse en un ruido de fondo que la acompañaba incluso en los momentos más íntimos de su creación. “Este año tomé conciencia de la presión estética de mi trabajo de una manera completamente nueva”, escribió en una publicación que, sin quererlo, se convirtió en un manifiesto para miles de mujeres que también han sido llamadas demasiado grandes, demasiado curv

See Full Page