En la última década, la investigación de compuestos psicodélicos para tratar enfermedades psiquiátricas graves y que causan un sufrimiento muy elevado a los que las padecen ha dado pasos muy importantes.

En este contexto, los científicos continúan investigando los mecanismos subyacentes de estas sustancias, que estuvieron relegadas al ostracismo durante décadas, y cuyo potencial está saliendo ahora a la luz. Uno de los mayores beneficios que han demostrado hasta la fecha es su potencial curativo: no solo alivian los síntomas sino que devuelven a la persona, en el corto-medio plazo, al estado de bienestar previo al trauma (en el caso del trastorno por estrés postraumático Tept) o a la aparición de la enfermedad (en el caso de la depresión grave). Pero, ¿cómo consiguen este salto cualita

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