Kitty Grutzmacher estuvo lidiando con problemas para oír durante una década, pero la situación empeoró en el último año. Incluso con sus audífonos, “oía poco o nada”, dijo.

“Evitaba salir en grupo. Dejé de jugar a las cartas, de ir a los estudios de la Biblia e incluso dejé de ir a la iglesia”.

Su audiólogo no pudo darle una solución a Grutzmacher, enfermera jubilada de Elgin, Illinois. Pero ella misma encontró el programa de implantes cocleares de la Universidad Northwestern.

Allí, Krystine Mullins, audióloga que evalúa la audición de los pacientes y los asesora sobre sus opciones, le explicó que usualmente implantar de manera quirúrgica este dispositivo electrónico solía mejorar de manera sustancial la capacidad del paciente para entender las palabras.

“Nunca lo había pensado”, dijo Grutzmacher.

Que tuviera 84 años era, en sí mismo, irrelevante. “Mientras estés lo suficientemente sano como para someterte a una cirugía, la edad no es un problema”, dijo Mullins. Hacía poco, una paciente de Northwestern había tenido un implante a los 99.

Algunos pacientes deben reflexionar sobre esta decisión, dado que después de la operación, una audición más clara aún requiere meses de práctica y adaptación, y el grado de mejora es difícil de predecir. “No se puede probar con antelación”, dijo Mullins.

Pero Grutzmacher no lo dudó. “No podía seguir como estaba”, dijo en una entrevista telefónica posterior al implante; una entrevista en la que tuvieron que repetirle preguntas, pero que habría sido imposible unas semanas antes. “Estaba completamente aislada”.

La pérdida de audición en adultos mayores sigue siendo algo poco tratado. Epidemiólogos federales han estimado que afecta a aproximadamente 1 de cada 5 personas de entre 65 y 74 años, y a más de la mitad de los mayores de 75.

“Los mecanismos del oído interno no están diseñados para la longevidad”, dijo Cameron Wick, otorrinolaringólogo de los Hospitales Universitarios de Cleveland.

Aunque la pérdida de la audición puede contribuir a la depresión , la desconexión social y el deterioro cognitivo , menos de un tercio de las personas mayores de 70 años que podrían beneficiarse de audífonos los han usado.

Para quienes sí los usan, “si sus audífonos ya no les ofrecen claridad auditiva, deberían solicitar una evaluación para un implante coclear”, dijo Wick.

Hace 25 años, “era una novedad realizar un implante en personas mayores de 80 años”, dijo Charles Della Santina, director del Centro de Implantes Cocleares de Johns Hopkins. “Ahora, es una práctica bastante habitual”.

De hecho, un estudio publicado en 2023 en la revista Otology & Neurotology informó que la implantación coclear estaba aumentando a un ritmo mayor en pacientes mayores de 80 años que en cualquier otro grupo de edad.

Hasta hace poco, Medicare cubría el procedimiento solo para personas con audición extremadamente limitada que podían repetir de forma correcta menos del 40% de las palabras en una prueba de reconocimiento de términos. Sin seguro —el implante coclear puede costar $100.000 o más por el dispositivo, la cirugía, la asesoría y el seguimiento— muchas personas mayores no tienen esta opción.

“Era increíblemente frustrante, porque excluían a los pacientes de Medicare”, dijo Della Santina. (De igual manera, el Medicare tradicional no cubre los audífonos, y los planes Medicare Advantage con beneficios auditivos siguen dejando a los pacientes pagando la mayor parte de la factura ).

Luego, en 2022, Medicare amplió la cobertura de implantes cocleares para incluir a los adultos mayores que podían identificar hasta el 60% de las palabras en una prueba de reconocimiento de voz, lo que aumentó el número de pacientes elegibles.

Aun así, aunque la Alianza Americana de Implantes Cocleares estima que los implantes están aumentando aproximadamente un 10% anual, la concientización pública y las derivaciones de audiólogos siguen siendo bajas .

Menos del 10% de los adultos elegibles con pérdida auditiva de moderada a profunda los reciben, según la alianza.

La implantación coclear requiere compromiso. Después de que el paciente recibe pruebas y asesoramiento, la cirugía, que es un procedimiento ambulatorio, suele durar de dos a tres horas. Muchos adultos se someten a cirugía en un oído y continúan usando un audífono en el otro; algunos posteriormente reciben un segundo implante.

El cirujano implanta un receptor interno debajo del cuero cabelludo del paciente e inserta electrodos, que estimulan el nervio auditivo, en el oído interno; los pacientes también usan un procesador externo detrás de la oreja. (Se están realizando ensayos clínicos de un dispositivo completamente interno).

Dos o tres semanas después, una vez que la inflamación disminuye y se retiran los puntos, un audiólogo activa el dispositivo.

“Cuando lo encendamos por primera vez, no le gustará lo que oirá”, advirtió Wick. Las voces inicialmente suenan robóticas, mecánicas. El cerebro tarda varias semanas en adaptarse y los pacientes comienzan a poder descifrar palabras y oraciones con precisión.

“Un implante coclear no es algo que simplemente se activa y funciona”, dijo Mullins. “Se necesita tiempo y algo de entrenamiento para acostumbrarse a la nueva calidad del sonido”. Ella asigna tareas, como leer en voz alta durante 20 minutos al día y ver la televisión mientras lees los subtítulos.

En un plazo de uno a tres meses, “¡boom!, el cerebro empieza a captarlo y la claridad del habla despega”, dijo Wick. A los seis meses, los adultos mayores habrán alcanzado la mayor parte de su claridad mejorada, aunque algunas mejoras continúan durante un año o más.

¿Cuánta mejora? Se mide a través de dos pruebas de audición: la prueba CNC (consonante-núcleo-consonante), en la que se pide a los pacientes que repitan palabras individuales, y la prueba de oraciones AzBio (AzBio Sentence Test), en la que las palabras que se deben repetir forman parte de oraciones completas.

En Northwestern, Mullins explica a los potenciales pacientes mayores que, un año después de la activación, una puntuación AzBio del 60% al 70% (repetir correctamente de 60 a 70 palabras de cada 100) es típica.

Un estudio de Johns Hopkins con aproximadamente 1.100 adultos, publicado en 2023, reveló que, tras el implante, los pacientes de 65 años o más podían identificar correctamente unas 50 palabras adicionales (de un total de 100) en la prueba AzBio, un aumento comparable a los resultados de la cohorte más joven.

Los participantes mayores de 80 años mostraron una mejora similar a la de aquellos entre 60 y 70 años.

“Pasan de tener dificultades para seguir una conversación a poder participar”, afirmó Della Santina, autora del estudio. “Década tras década, los resultados de los implantes cocleares han sido cada vez mejores”.

Además, un análisis de las experiencias de 70 pacientes mayores en 13 centros de implantes, del cual Wick fue el autor principal, reveló no solo mejoras auditivas clínicamente importantes, sino también una mejor calidad de vida .

Las puntuaciones en una prueba cognitiva estándar también aumentaron: luego de seis meses de uso de un implante coclear, el 54% de los participantes aprobó la prueba, en comparación con el 36% antes de la cirugía. Estudios centrados en personas de entre 80 y 90 años han demostrado que quienes presentan deterioro cognitivo leve también se benefician de los implantes.

Sin embargo, “somos cautelosos y no prometemos demasiado”, afirmó Wick. Por lo general, cuanto más tiempo lleven los pacientes mayores con una pérdida auditiva significativa, más esfuerzo tendrán que hacer para recuperar la audición y menor será la mejoría que puedan observar.

Una minoría de pacientes siente mareos o náuseas después de la cirugía, aunque la mayoría se recupera rápidamente. Algunos tienen dificultades con la tecnología, incluidas las aplicaciones móviles que ajustan el sonido. Los implantes son menos eficaces en entornos ruidosos, como restaurantes abarrotados, y dado que están diseñados para aclarar el habla, la música puede no sonar bien.

Para quienes se encuentran en el extremo superior de la elegibilidad para Medicare y ya comprenden cerca de la mitad del habla que escuchan, el implante puede no parecer rentable. “El hecho de que alguien sea elegible no significa que sea lo mejor para él”, concluyó Wick.

Para Grutzmacher, sin embargo, la decisión parecía clara. Sus pruebas iniciales revelaron que, incluso con audífonos, solo entendía el 4% de las palabras en el AzBio. Dos semanas después de que Mullins le colocara el implante coclear, Grutzmacher podía entender el 46% con un audífono en el otro oído.

Informó que, tras unos días difíciles, su capacidad para hablar por teléfono había mejorado y, en lugar de subir el volumen del televisor a 80, “lo oigo a 20”, dijo.

Así que estaba haciendo planes. “Esta semana voy a comer con una amiga”, dijo. “Voy a jugar a las cartas con un grupo pequeño de mujeres. Tengo un almuerzo en la iglesia el sábado”.