La única declaración institucional del president Mazón que esperaba en este aniversario la inmensa mayoría de las valencianas y los valencianos, votantes populares incluidos, era su dimisión. Pero una vez más, fiel a su costumbre, faltó a su cita con la historia

Mazón, condenado por su jersey amarillo

La única declaración institucional del president Mazón que esperaba en este aniversario la inmensa mayoría de las valencianas y valencianos, votantes populares incluidos, era el anuncio de su dimisión y la convocatoria de elecciones. Pero una vez más y fiel a su costumbre, Carlos Mazón faltó a su cita con la historia. Nunca dejes que la conciencia acabe siendo perjudicial para tu salud. Es su manera de vivir.

En su relato no se sabe qué es peor, si las acusaciones de no haber estado y no poder explicarlo más que con mentiras de adolescente pillado escapándose por la ventana en el momento más importante de su vida y la de muchos de sus gobernados, o su defensa de que estuvo, pero como si no estuviera, porque no tomó una sola decisión y lo que más le preocupaba era que no tenía cobertura; lo hemos escuchado en uno de los videos ocultos a lo largo de este año.

Por si no ha entendido el “Señor Mazón” de mi amigo Alberto Núñez Feijóo, yo se lo traduzco, president: no será usted candidato, está usted descontado y será el último en enterarse el día que se ejecute. Se agarró usted a la esperanza de la reconstrucción y al sueño de regar con miles de euros la conciencia de la gente, pero hasta para eso hay que saber y tener la mínima competencia de la cual usted carece. Abandone. No prolongue más su sufrimiento y haga por una vez lo único decente. El dilema ha sido hasta ahora Mazón o elecciones. Pero ahora ya solo quedan elecciones.

En este aniversario no conviene tampoco olvidarse de los depredadores del dolor que se presentaron como “héroes del pueblo” acudiendo a salvar en streaming a los valencianos porque el Estado no estaba y solo el pueblo salva al pueblo. Lo único que sabemos hoy de ellos es que, de aquellos millones rapiñados en la solidaridad de la gente, sabemos poco o nada.

Otro tanto respecto de los medios y comunicadores que se apresuraron a dar pábulo a sus mentiras y a sus bulos y a convertirlos en ídolos de barro frente a la malvada política solo para ver si el barro se llevaba de paso a Pedro Sánchez. Hoy se esconden tras la sombra del Rey y el sufrimiento interminable de las víctimas esperando la próxima oportunidad como los buenos carroñeros.

Sabemos algo más. Sabemos que fue el Estado, sí, el Estado -sus funcionarios, sus impuestos, sus servicios, sus responsables- quien acudió al rescate en aquellos días de caos y dolor, cuando todo llega siempre tarde y no hay UME capaz de evitar tanto sufrimiento; y es el Estado, sí, ese mismo Estado quien financia y hace posible la reconstrucción. Con todos sus defectos, lo público y sus leales servidores en las diferentes administraciones siempre comparecen los primeros y siempre se van los últimos.