Río de Janeiro amaneció este miércoles con un silencio inusual. Las calles, normalmente llenas de vida, permanecieron casi desiertas después de las intensas operaciones policiales que se desarrollaron en varias favelas de la zona norte de la ciudad y que dejaron al menos 60 muertos, según reportes preliminares.

Las acciones conjuntas de la policía civil y militar provocaron enfrentamientos con grupos armados, bloqueos de vías y ataques a vehículos del transporte público. En algunos puntos, autobuses fueron incendiados y usados como barricadas, lo que paralizó buena parte del tránsito. Comercios cerraron sus puertas y el transporte urbano se suspendió en varios barrios, dejando a miles de personas sin poder desplazarse.

El ambiente recordaba a los días de confinamiento por la pandemia: av

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