Cada inicio de noviembre , México y un gran número de ciudades en Latinoamérica y Estados Unidos se visten de color cempasúchil, aromas de copal y ecos de guitarras que resuenan entre tumbas y calles. Y es que contrario a lo que la mayoría piensa, el Día de Muertos no es solo una conmemoración: es un reencuentro entre mundos.

Durante esta fecha, que se extiende por más de una semana y finaliza el día 2 de noviembre , las familias preparan altares y ofrendas para recibir a quienes ya partieron. La casa se convierte en un punto de encuentro donde conviven lo visible y lo invisible: un altar lleno de velas encendidas, retratos familiares, papel picado y pan de muerto.

En cada detalle hay un mensaje. El agua refresca el alma del visitante, la sal purifica su camino, e

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