“¡Fuera Trump!”, gritaban los cientos de manifestantes, con voces cada vez más fuertes a medida que se acercaban a la embajada de Estados Unidos en el centro de Seúl, la capital de Corea del Sur.

Una fila de autobuses policiales les impidió llegar a las puertas, pero con un escenario y un altavoz sus voces pudieron resonar en la plaza Gwanghwamun y llegar a oídos de los representantes del presidente estadounidense Donald Trump.

Esta fue una pequeña manifestación para los estándares de la vibrante cultura de protesta de Corea del Sur. Y no fue la única que se estaba llevando a cabo.

A pocos cientos de metros al norte, a las puertas del palacio Gyeongbokgung, otros manifestantes sostenían pancartas mientras coreaban un mensaje muy diferente.

“¡Fuera China!”, junto con algunos gritos de “

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