En las últimas décadas una de las discusiones más intensas en el mundo de la paleontología ha sido si lo que sabemos sobre el crecimiento de los Tyrannosaurus rex está bien o estamos totalmente equivocados. ¿El motivo? La aparición de un cráneo fosilizado que para algunos científicos pertenecía a un ejemplar juvenil de tiranosaurio y para otros era un impostor .
El cráneo en cuestión (etiquetado como CMNH 7541) se descubrió en 1946 en una formación llamada Hell Creek , al norte de EEUU, pero no fue hasta 1988 que algunos paleontólogos lo nombraron como Nanotyrannus lancensis , es decir, un “tirano pequeño”. Sin embargo, en 2020, el especialista en tiranosáuridos Thomas D. Carr publicó un estudio detallado que concluía que el cráneo no pertenecía a una especie diferente, sino que encajaba perfectamente dentro de las edades juveniles del Tyrannosaurus rex (unos 12 o 13 años) y que todos los especímenes formaban una sola serie de crecimiento de este famoso depredador.
Ahora, un equipo de científicos liderado por Lindsay Zanno y James Napoli , ha analizado con detalle otro fósil mejor conservado que contradice a Carr y permite, a su juicio, poner fin a la polémica. Se trata de un fósil hallado por unos ganaderos de Montana en 2006 en la misma formación de Hell Creek en el que aparecen los restos de dos dinosaurios que parecían estar peleando al que bautizaron como “ Dinosaurios en duelo ”. Aparentemente, el fósil ha inmortalizado la lucha entre un Triceratop s y un pequeño T. rex , pero las disputas legales sobre su propiedad han pospuesto durante años la posibilidad de examinarlo.
Tras analizar este fósil con detalle, los investigadores, cuyo trabajo se publica este jueves en la revista Nature , llegan a la conclusión de que no se trataba de un T. rex joven, sino de un ejemplar adulto de una especie diez veces más pequeña. Es decir, se trata de la misma especie que la del cráneo CMNH 7541 de la polémica inicial, Nanotyrannus lancensis . Y, aunque revisiones anteriores ya apuntaban en este sentido, el nuevo análisis es especialmente contundente por la buena conservación de los huesos.
“Más ágil, veloz y esbelto”
El examen minucioso del fósil indica que los huesos son maduros —casi completamente desarrollados— en lugar de juveniles, lo que demuestra que hay una diferencia notable en el tamaño adulto entre N. lancensis y T. rex : el primero tenía un peso máximo estimado de alrededor de 700 kg, en comparación con los alrededor de 7.000–8.000 kilos que pesaba un tiranosaurio.

El trabajo también sugiere que Nanotyrannus tuvo diferentes trayectorias de crecimiento óseo respecto a Tyrannosaurus , lo que se suma a la evidencia de que son dinosaurios distintos. “Para que el Nanotyrannus fuera un T. rex juvenil tendría que desafiar todo lo que sabemos sobre el crecimiento de los vertebrados”, afirma James Napoli, coautor y anatomista de la Universidad de Stony Brook. “No es solo improbable, sino imposible”.
‘T. rex’ era un depredador formidable, pero no reinaba sin rival. A su lado estaba el ‘Nanotyrannus’, un cazador más ágil, veloz y esbelto
Lindsay Zanno — Paleontóloga y autora principal del estudio
En el mismo trabajo los autores han analizado otros especímenes descubiertos previamente, que les han permitido identificar una especie separada en el género que han llamado Nanotyrannus lethaeus , en referencia al río Leteo, un guiño a la mitología griega y a cómo esta especie permaneció oculta a plena vista y “olvidada” durante décadas.
Estos resultados establecen la posibilidad de que al menos dos especies distintas de dinosaurios depredadores coexistieran con Tyrannosaurus en el plazo de un millón de años tras la extinción del Cretácico final, lo que sugiere que la diversidad de dinosaurios era abundante en la época en la que un meteorito acabó con su existencia. “Este descubrimiento ofrece una visión más rica y competitiva de los últimos días de los dinosaurios”, afirma Zanno. “ T. rex era un depredador formidable, pero no reinaba sin rival”, concluye. “A su lado estaba el Nanotyrannus , un cazador más ágil, veloz y esbelto”.
Un espécimen espectacular
Angélica Torices , profesora de Paleontología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), considera que se trata de un artículo excepcional que proporciona una serie de datos muy relevantes sobre la famosa polémica. “El espécimen estudiado por el equipo de Lindsay Zanno es absolutamente espectacular”, destaca. “Está prácticamente completo, lo que les ha permitido una serie de análisis anatómicos y osteológicos mucho más completos de lo que se había podido hacer hasta ahora para llegar a la conclusión de que son dos especies distintas”.


La osteología, apunta la especialista, parece indicar que este ejemplar era prácticamente adulto y estaba ya terminando su crecimiento. “Además, Zanno y Napoli describen un género nuevo e incluso llegan a identificar dos especies distintas de Nanotyrannus” , añade. “El estudio es increíblemente detallado y, sin duda, va a tener gran repercusión en la comunidad paleontológica”.
El estudio demuestra que el individuo tenía al menos 14 años y se encontraba en la fase final de crecimiento, lo que significa que no era un ejemplar juvenil, sino casi adulto
José Ignacio Canudo — Paleontólogo de la Universidad de Zaragoza (Unizar)
José Ignacio Canudo , paleontólogo de la Universidad de Zaragoza (Unizar), cree que el nuevo estudio aporta pruebas contundentes que resuelven el debate. “El estudio paleohistológico de los huesos demuestra que el individuo tenía al menos 14 años y se encontraba en la fase final de crecimiento, lo que significa que no era un ejemplar juvenil, sino casi adulto”, señala. Además, muchas de las diferencias anatómicas detectadas —como ciertos canales nerviosos o caracteres craneales— se forman durante el desarrollo embrionario y permanecen invariables en la edad adulta, lo que demuestra que no pueden explicarse como simples variaciones del crecimiento“.
Más diversidad de la esperada
Para Canudo, una conclusión relevante de este estudio es que la biodiversidad de terópodos de tamaño mediano y grande era mayor de lo considerado al final del Cretácico, y coexistían al menos dos géneros de tiranosauroideos ( Tyrannosaurus y Nanotyrannus) con estilos de vida diferentes. “En otras palabras, la diversidad de grandes depredadores era mucho mayor y más compleja de lo que se consideraba hasta ahora, justo antes del evento que extinguió a la mayoría de los dinosaurios”.
Va a ser difícil zanjar completamente esto si no se hace un estudio exhaustivo de todos los especímenes y se ve cuáles podrían ser Nanotyrannus y cuáles juveniles
Penélope Cruzado Caballero — Paleontóloga de la Universidad de La Laguna (ULL)
Fabien Knoll , investigador del Departamento de Paleobiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), cree que el nuevo artículo complementa lo que se publicó el año pasado gracias a un nuevo espécimen excepcional. “En mi opinión, es un estudio muy convincente”, asegura. “ Tyrannosaurus no es un dinosaurio cualquiera y, como es comprensible, la polémica ha sido intensa, con opiniones a veces contradictorias expresadas incluso en un mismo congreso, e implicando a varios equipos de investigación”.
'Tyrannosaurus' no es un dinosaurio cualquiera y la polémica ha sido intensa, con opiniones a veces contradictorias expresadas incluso en un mismo congreso
Fabien Knoll — Investigador del Departamento de Paleobiología del MNCN-CSIC
Para Knoll, el resultado sugiere que el “Nanotirano” era más capaz de cazar presas rápidas y de menor tamaño que Tyrannosaurus por lo que ambas especies no entraban necesariamente en competencia. Sobre la confusión de juveniles como adultos, recuerda que es un tema complejo, porque hay pocos especímenes y son más o menos incompletos. Además, apunta, el error puede ir en ambos sentidos. “Por ejemplo, Lesothosaurus , un dinosaurio del sur de África, era conocido esencialmente por individuos juveniles”, recuerda. “Los fósiles de un individuo adulto descubierto posteriormente fueron considerados como una especie distinta antes de que se reconociera su verdadera naturaleza”.
La paleontóloga Penélope Cruzado Caballero , de la Universidad de La Laguna (ULL), considera que el trabajo es “muy trascendente” y revoluciona lo que sabíamos y obliga a revaluar muchas cosas que se habían dicho sobre T. rex , sobre su diversidad, evolución o etología. “El estudio también habla de que el tiranosaurio ya no estaba tan solo y que debía compartir el espacio con otro”, subraya. “En este caso se habla de partición de nichos ecológicos, para que ambos pudieran convivir sin hacerse competencia en la obtención de alimentos, por ejemplo”.
Sobre si zanja o no definitivamente la cuestión, Cruzado recuerda que sigue habiendo muchos estudios que dicen lo contrario. “Hay que recordar que hay otros especímenes que dicen lo contrario a lo de este artículo”, señala. “Así que va a ser difícil zanjar completamente esto si no se hace un estudio exhaustivo de todos los especímenes y se ve cuáles podrían ser Nanotyrannus y cuáles juveniles y, en definitiva, obtenemos el marco completo para poder tener mas claro lo que ocurre”.

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