Blanca Valadez Ciudad de México / 29.10.2025 14:42:00

Su cuerpo se ha convertido en su prisión, en su “campo de batalla”. Samara Martínez, una joven de Guadalajara, de 30 años, ha visto cómo su vida se marchita a pesar de conectarse constantemente a una máquina de diálisis.

Su rutina transcurre entre hospitales, tubos y monitores. Ha pasado por dos trasplantes de riñón fallidos: el primero, donado por su hermano, fue rechazado por su cuerpo a los cuatro días; el segundo, proveniente de un donante cadavérico, tampoco funcionó. Hoy, los médicos ya no consideran viable un nuevo intento. Padece enfermedad renal en etapa terminal, agravada por lupus y otras complicaciones que han dejado su organismo.

A pesar del dolor físico y del deterioro progresivo, Samara subió a las tribunas a e

See Full Page