Desde la Revolución Industrial, el mundo giró en torno a un centro. Inglaterra inauguró la era del carbón, el acero y la máquina de vapor; su imperio fue el laboratorio del capitalismo moderno. Las guerras del siglo XX agotaron esa hegemonía y transfirieron el poder a Estados Unidos, que salió de la Segunda Guerra Mundial con la mitad de la producción industrial global y un privilegio sin precedente: emitir la moneda que el resto del mundo debía aceptar.

Ese “privilegio exorbitante”, como lo llamó De Gaulle, permitió a Washington financiar su expansión con deuda. Bretton Woods hizo del dólar el eje de la economía mundial , y cuando en 1971 Nixon rompió con el oro, el sistema no colapsó: se consolidó. Desde entonces, buena parte del planeta trabajó, ahorró y comerció en dólares, financ

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