Por Juan Pablo Catalán - Académico e investigador de Educación UNAB.
Cada 31 de octubre, las calles se llenan de risas, disfraces y bolsas de dulces. Los niños recorren los barrios preguntando ¿dulce o travesura? y los adultos observan, muchas veces sin detenerse a pensar qué celebramos realmente. Esta fecha, importada desde el norte, ha ido desplazando el verdadero sentido que tenía: recordar a quienes nos precedieron, agradecer su paso por nuestras vidas y mantener viva su enseñanza.
No se trata de negar la alegría, sino de devolverle profundidad. Detrás de cada niño disfrazado hay una oportunidad educativa, una posibilidad de conversación que las familias no deberíamos dejar pasar. Porque educar también es enseñar a recordar. Y recordar no es nostalgia: es gratitud.
El 31 de oc

El Morrocotudo Sociedad

Raw Story
The Travel
AlterNet
The List
News 5 Cleveland
MENZMAG
NFL News