Es una alegría observar esta revolución de los pies en la que andamos últimamente. Ese espectáculo diario de zapatillas deportivas que suben y bajan las escaleras del metro, en hora punta; multitudes de pies de mujeres, en un avance radical, liberadas del tacón. Esas jóvenes pisando calles, universidades o discotecas con botas casi de montaña que permiten correr, bailar sin freno o dar patadas. Ancianas a punto de trepar a los árboles con nietas que calzan la misma suela ergonómica que ellas. Qué liberación para las señoras de toda la vida bajar del eterno medio tacón y alcanzar la zapatilla deportiva, como balonmanistas de la vida.

Millones de dependientas, cocineras, cantantes, camareras, actrices, doctoras, carniceras, directivas, amas de casa o violinistas pisan por fin suelo firme en

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