A los 23 años, la vida de Yesika Medina cambió sin entender por qué. “Dejé de tomar las pastillas anticonceptivas, que llevaba desde los 19, y empecé con molestias en la mandíbula: me dolía mucho y no podía abrir bien la boca ”, recuerda en una conversación con este periódico.

También aparecieron brotes de acné y una sensación constante de hinchazón facial. Cuando acudió a los médicos, la respuesta fue siempre la misma: estrés, ansiedad, nervios... “Me recetaron ansiolíticos, aunque yo no sentía nervios. Más tarde supe que ese dolor era por el crecimiento de la mandíbula".

Durante los años en que tomó anticonceptivos, su enfermedad había permanecido “frenada”, ya que esas pastillas ayudaban a mantener un cierto equilibrio hormonal. Sin embargo, al dejarlas definitivamente, a los 25 a

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