El caos que se vivió esta semana en Río de Janeiro, tras una operación policial sin precedentes, dejó una estela de muerte, confusión y desconfianza. Más de cien personas perdieron la vida en enfrentamientos entre fuerzas de seguridad y bandas narco, en una acción que involucró a 2.500 policías y se desplegó en una zona dominada por 26 comunidades de favelas. Lo que se presentó como la ‘Operación Contención” terminó mostrando la fragilidad del orden público y la profundidad del problema del crimen organizado en Brasil.

La escalada de violencia obligó a suspender clases, cerrar universidades y cortar rutas estratégicas. Colectivos urbanos fueron usados como barricadas, mientras la población quedó atrapada en un clima de miedo e incertidumbre. En medio de los hechos, la desinformación sumó

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