El dato ya no sorprende, pero sigue doliendo: durante todo el Torneo Clausura, Instituto no consiguió revertir un solo resultado. Cada vez que estuvo abajo, terminó abajo. En Alta Córdoba lo saben y lo sufren, como si cada gol en contra bajara una persiana que nadie logra volver a levantar.
“Tenemos alergia a dar vuelta un resultado”, murmuró un plateísta cuando Ángel Di María metió el segundo de Rosario Central. Era el 2-1 y la Gloria se desarmaba en su casa. Otro hincha tiró en la preferencial la frase que flotó en la noche: “Ahora nos comemos cuatro”. No fueron cuatro, pero fueron tres, y si no fuera por el VAR, el marcador podría haber sido implicado otra paliza más en casa en poco tiempo.
El síntoma es más profundo que un mal día: explica gran parte de la floja campaña del equipo de

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