hija de matrona wayúu, de la casta indígena epiayú, quien por situaciones de violencia salió de su territorio a los 6 años, y vio luego, en su exilio involuntario, la oportunidad de intercambiar conocimientos ancestrales en otras ciudades y países, a través de la cocina.

“Cada viaje que hago por fuera me enamoro más de mi tierra, porque encuentro la escasez de ellos y la abundancia nuestra. Los colombianos somos multimillonarios por nuestra diversidad gastronómica”, dice ‘Naya’, quien, después de trabajar en cadenas de hoteles y ser una de las pocas parrilleras —de la comunidad Lgtbiq— del país (la 105 a nivel mundial, premio que obtuvo en Alemania), se enfocó en una investigación profunda de la cocina ancestral, viajando por tribus y casas nativas en territorios de Colombia.

“Hace o

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