El fiscal general del Estado igual no va pa’lante como augura Miguel Ángel Rodríguez. Aunque así fuera lo recordaremos no solo por ser el primero de su cargo que se sienta como acusado ante un tribunal de tanta alcurnia y gente principal, sino por la empecinada idea de enseñar sus puñetas, lo que hace de García Ortiz un hombre puñetero que ideó una Pasarela Supremo en la que pavonearse como una Naomi Campbell de las Salesas.
En cuestión de autoridad, uno es de alguna manera lo que viste, de otra manera llegamos al chándal, y eso solo se admite en el manual del perfecto caballero si se entra en la trena, un chándal que no sea de marca deportiva, que es más de quinqui Cachuli, o de maletilla en prácticas, sino de alguna otra «causal chic» como Gap o Ralph Lauren. Hemos cedido tanto que igua

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