Ayer, en el Supremo, la jefa de prensa de la Fiscalía afirmó que el fiscal general le dictó la nota de prensa sobre la situación de González Amador, un nombre propio, no un caso genérico. Un verbo –dictar– que basta para resumir el día. En ese acto se condensa el modo de operar de un fiscal general que confunde la jerarquía con la potestad de modelar el relato por intereses que, aunque no probados, resultan evidentes.

El fiscal general intervino en la redacción de un comunicado. Esto no es únicamente un exceso, es una forma de entender el poder: cerrado, ensimismado. Olvidado de la institución, atento solo a administrar la versión, no a sostener la confianza; que en el caso de la Fiscalía General, es sostener la pulcritud –supuesta en estos años, por lo que se ve– del Estado.

La jerarquí

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