Por si a nadie le había quedado claro a estas alturas de la legislatura, se trata de resistir. Ese primer ladrido del presidente fue un ladrido de manual. No hay otro objetivo político en el Palacio de la Moncloa, donde las cabezas se venden muy caras. no quiere poner precio a la testa de Ángel Víctor Torres. Por ahora, porque el presidente acostumbra a usar a la gente a su conveniencia, según cuentan algunos de quienes le han tratado. Pero de momento ni por todas las «chistorras» de la parrilla. Entregar a Torres sería entregarse él. Y un presidente con su osadía no va a bajar los brazos tan pronto.

Por eso, en el Consejo de Ministros ven el último informe de la UCO, que investiga las conexiones de Torres con Koldo García, José Luis Ábalos y Víctor de Aldama como una «parida». La verdad

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