La Ley de Ciudadanía, más conocida como “ Ley de Voto Joven ”, sancionada en 2012 fue un paso significativo hacia la inclusión política al incorporar a los adolescentes al universo del voto, reconociéndolos como sujetos plenos de derechos. Sin embargo, el sistema sigue siendo diseñado y gestionado por adultos, con estructuras partidarias y reglas de juego que mantienen una fuerte inercia generacional.

En una sociedad donde los jóvenes viven en un ecosistema digital , precarizado y fluido, las dirigencias políticas continúan actuando bajo lógicas analógicas y verticales.

El lenguaje político tradicional —basado en la solemnidad, la confrontación y la promesa de futuro— choca con una generación que valora la espontaneidad, la horizontalidad y el presente.

Según los datos del último ce

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