El mítico Luna Park colmado brillaba esa noche del 8 de noviembre de 2005 como en sus viejos tiempos. En el centro del escenario, bajo los reflectores, Diego Maradona recibía a un invitado que parecía salido de otro mundo y, al mismo tiempo, del mismo barro: Mike Tyson. Era la emisión final de La Noche del 10 , el programa que había devuelto a Diego a la televisión después de años convulsos. Y el público —más de siete mil personas— se apretaba en las gradas para presenciar el cruce entre dos leyendas que habían tocado el cielo y caído al infierno. Tyson, que había llegado a Buenos Aires apenas unos días antes, pidió visitar el barrio donde había nacido su anfitrión . Quería conocer Villa Fiorito, caminar por esas calles que tanto se parecían a las de Brownsville, su Brooklyn natal. Que

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