Zohran Mamdani ha sido elegido como el nuevo alcalde de Nueva York, marcando un hito histórico al convertirse en el primer musulmán en ocupar este cargo. Su victoria se produce en un contexto de creciente apoyo demócrata en el país, especialmente tras los resultados de las elecciones en Virginia y Nueva Jersey. Mamdani, de 34 años, es un legislador estatal por Queens y se impuso en una campaña centrada en la reducción del costo de vida para los neoyorquinos. Su ascenso político ha sido notable, comenzando con su sorpresiva victoria en las primarias demócratas, donde superó al exgobernador Andrew Cuomo. Nacido en Uganda en una familia de origen indio, Mamdani llegó a Estados Unidos a los siete años y se naturalizó en 2018. Es hijo de la cineasta Mira Nair y del académico Mahmood Mamdani. A pesar de las críticas que lo tildan de “bebé del nepotismo”, su carrera ha estado más ligada a su activismo comunitario que a su linaje familiar. Educado en la Bronx High School of Science y en el Bowdoin College, Mamdani incursionó brevemente en la música antes de dedicarse a la política. Ha trabajado como consejero de prevención de ejecuciones hipotecarias y fue elegido legislador estatal en 2018, donde ha promovido políticas progresistas como el control de rentas y la gratuidad del transporte público. Su defensa de la causa palestina ha generado tensiones con parte de la comunidad judía, aunque ha intentado apaciguar estas tensiones condenando el antisemitismo. Mamdani ha sido objeto de ataques por parte del presidente Donald Trump, quien lo ha calificado de “pequeño comunista”. Analistas como Costas Panagopoulos destacan que Mamdani ha logrado captar el apoyo de votantes descontentos con el establishment político. Su campaña, caracterizada por una fuerte presencia en redes sociales y un enfoque en la justicia económica, ha sido descrita como una mezcla entre una campaña tradicional y una moderna. Mamdani, un apasionado del fútbol y el cricket, está casado con la ilustradora Rama Duwaji. En su discurso de victoria, afirmó que su elección representa una oportunidad para “derrotar” a Trump en futuras elecciones, posicionando a Nueva York como un faro de resistencia política.