Guilherme Fernandes tiene madera de líder. Habla como para: directo, con fuerza, sin rehuir los problemas ni refugiarse en excusas, pero con un punto de comprensión para quienes no pasan por su mejor momento, si sacar pecho por vivir él uno dulce. Lo dicho: un líder.

El portugués recoge por segundo mes consecutivo el premio de la afición al mejor jugador, completamente merecido. Sus actuaciones han salvado goles y puntos. Pero siendo el portero de un aspirante al ascenso, es un hecho que habla por sí mismo del estado del Real Valladolid casi desde que comenzó la Liga.

«Cuando dan este premio a un portero es señal de que ha parado mucho y ha tenido mucho trabajo. Pero para eso estoy aquí. Nos está costando un poco en la parte de la finalización, en el último tercio y por eso no están aquí

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