Tras la partición del Imperio Romano en el año 395, el Imperio Bizantino (o de Oriente) no solo asumió el control político y territorial de la mitad oriental, sino que también se convirtió en el custodio de la tradición médica griega.

Sin embargo, a diferencia de lo que ocurriría más tarde en las universidades europeas, la medicina bizantina no llegó a reglamentar la titulación ni la enseñanza de forma estricta, lo que impidió que se consolidara como una profesión formal con centros de estudio equiparables. Pese a esta falta de regulación académica, el desarrollo de los hospitales y cirugías médicas alcanzaron una notable sofisticación

El punto de inflexión fue la orden de Basilio el Grande (330-379) de construir grandes instalaciones asistenciales cerca de Cesárea. Así comenzó

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