Todo empezó el 6 de noviembre de 1519, cuando un hidalgo de Toledo llamado Juan Padilla escribió una carta a las demás ciudades con voto en las Cortes de Castilla para exigir al rey una rebaja en los impuestos, que, desde la llegada del joven Carlos I al poder, no habían cesado de aumentar.

Carlos había vuelto a España con apenas 17 años, mientras su madre, Juana I, permanecía encerrada en Tordesillas, por su insania. Desde el principio, Carlos no fue una figura popular porque nadie le entendía lo que hablaba, ya que entre su español aprendido y su prognatismo (mandíbula prominente) se hacía difícil comprender lo que decía.

Peor aún era su banda de amigos flamencos –no de los que vuelan, sino sus coterráneos–, que se dedicaron con impunidad a esquilmar a España.

El año que Juan de

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