El mantenimiento del baño suele concentrarse en las superficies más visibles, pero uno de los puntos más problemáticos se encuentra en las juntas que separan los azulejos de la ducha. En ellas se acumulan humedad, cal y restos de jabón que, con el paso del tiempo, favorecen la aparición de moho y manchas oscuras. Este fenómeno es habitual en espacios con poca ventilación , donde el vapor se concentra y el secado es lento. A pesar de su tamaño reducido, estas líneas pueden convertirse en un foco constante de suciedad si no se les dedica una atención específica.
El deterioro de las juntas no solo afecta al aspecto estético del baño. Cuando el sellado se ve comprometido, la humedad penetra en los materiales y puede generar filtraciones. Además, el ambiente húmedo prolongado propicia el desarrollo de microorganismos que dificultan la limpieza posterior. Por este motivo, mantener las juntas en buen estado es una tarea preventiva que contribuye a conservar el baño en condiciones higiénicas y a prolongar la vida útil de los revestimientos.
Existen distintos métodos para eliminar la suciedad incrustada y desinfectar estas zonas. Los procedimientos más eficaces comparten un principio común: combinar una acción química que disuelva los residuos con una acción mecánica que los desprenda. El resultado óptimo se obtiene cuando la limpieza se realiza siguiendo un orden preciso de preparación, aplicación, frotado, aclarado y mantenimiento periódico.
Cómo desinfectar las juntas de los azulejos de la ducha
El proceso comienza con la preparación del espacio. Es importante ventilar el baño y retirar los objetos que impidan trabajar sobre la superficie. Antes de aplicar cualquier limpiador, se debe eliminar el exceso de agua y dejar las paredes lo más secas posible. De este modo, el producto utilizado actuará con mayor eficacia sobre la suciedad incrustada. Esta fase inicial también permite identificar las zonas donde la suciedad o el moho están más presentes, para concentrar allí el esfuerzo de limpieza.
El siguiente paso consiste en aplicar un agente limpiador adecuado. Los productos con oxígeno activo se emplean por su capacidad para desincrustar sin dañar los materiales, aunque también pueden usarse mezclas domésticas elaboradas con bicarbonato y vinagre. En ambos casos, la clave está en extender la solución sobre las juntas y dejarla actuar el tiempo suficiente para que penetre en los poros del material. Cuando la suciedad está muy adherida, puede reforzarse la limpieza aplicando el producto dos veces, dejando unos minutos de reposo entre una y otra.
Después del periodo de actuación, llega la fase de frotado. Se utiliza un cepillo de cerdas medias o uno diseñado específicamente para juntas, que permite alcanzar los huecos sin deteriorar la superficie. Los utensilios metálicos o las esponjas abrasivas deben evitarse, ya que pueden erosionar el sellado o arañar los azulejos. Durante el cepillado, los movimientos circulares y constantes ayudan a desprender los residuos. Una vez finalizado, se aclara con abundante agua templada para arrastrar cualquier resto de producto o suciedad liberada.
Por último, se seca la superficie con una bayeta de microfibra o un paño limpio. Este paso es esencial para evitar que quede humedad, ya que incluso pequeñas cantidades de agua pueden favorecer el regreso del moho. Una vez seca la zona, conviene revisar el estado de las juntas. Si se observan grietas, partes desprendidas o manchas permanentes que no desaparecen con la limpieza, es recomendable renovar el sellado antes de que la humedad se filtre en profundidad. La sustitución puntual del material dañado evita un deterioro mayor y facilita futuras tareas de mantenimiento.

ElDiario.es
Atlanta Black Star Entertainment
Vox
CBN World
Raw Story
AlterNet