En la zona oriental de Asturias, cerca de Ribadesella, se encuentra el pequeño pueblo de Cuevas del Agua, cuyo acceso es único en España. La localidad está situada en un valle fluvial rodeado de montañas, y la única vía que permite llegar al núcleo urbano atraviesa una cueva natural de aproximadamente trescientos metros de longitud. Esta cavidad, conocida como La Cuevona, ha sido adaptada para el tránsito de vehículos y peatones mediante asfaltado e iluminación, permitiendo el paso seguro sin alterar la estructura geológica.

El interior de la cueva está formado por estalactitas, estalagmitas y coladas, algunas de las cuales han recibido nombres que reflejan su singularidad, como “La lengua del diablo” o “Las barbas de Santiago”. Además, el espacio conserva un ecosistema particular, con especies adaptadas a la humedad y la penumbra, como musgos, líquenes y murciélagos. Al salir de la cavidad, el paisaje cambia hacia un valle atravesado por el río Sella, donde el pueblo mantiene su arquitectura tradicional con viviendas de piedra y hórreos, ofreciendo una experiencia directa del entorno que combina geología, río, montañas y asentamiento humano.

El tránsito por la cueva, que actúa como única vía de acceso, ha condicionado la organización del núcleo urbano. La formación de la cavidad se debe a la erosión prolongada del agua sobre la roca caliza, y su interior permite observar diferentes etapas de precipitación de carbonato de calcio que se manifiestan en sus estructuras rocosas. Los visitantes que circulan en vehículo deben mantener encendidas las luces de cruce, tal como indica la señal situada antes de la entrada, lo que garantiza visibilidad y seguridad durante el recorrido.

La entrada a Cuevas del Agua se realiza a través de La Cuevona.

El pueblo, con poco más de trescientos habitantes, conserva la arquitectura rural típica de la región. Las casas bajas de piedra se combinan con hórreos distribuidos a lo largo del valle, integrándose con la topografía y respetando la relación con el cauce del río. La cueva actúa como introducción al espacio natural y al asentamiento, haciendo que el recorrido hacia el pueblo sea parte de la experiencia.

En los alrededores, diversas rutas de senderismo permiten explorar el entorno montañoso y fluvial. Algunas de estas rutas recorren antiguos molinos hidráulicos que reflejan la historia de aprovechamiento del agua en la zona, mostrando cómo los habitantes se adaptaron al terreno y sus recursos. El acceso mediante la cavidad natural, el paisaje bien conservado y la arquitectura tradicional crean un escenario en el que se puede comprender la relación entre geografía y ocupación humana.

La combinación de elementos geológicos, biológicos y culturales permite al visitante interactuar con un entorno singular sin masificación turística. La cueva, las formaciones rocosas, el río, la vegetación y el núcleo urbano se presentan de manera integrada, ofreciendo una experiencia de turismo pausada en la que el tránsito por la cavidad, la observación del paisaje y la comprensión de la estructura del pueblo forman parte de la misma vivencia.