El daño cerebral no avisa. En cuestión de segundos, una vida puede cambiar para siempre: los recuerdos, los gestos cotidianos, los planes de futuro. Detrás de cada persona afectada hay una familia que aprende a reconstruirse entre el dolor y la esperanza.
Encarna lo sabe bien. Su hijo Simón sufrió daño cerebral siendo un bebé tras una reacción adversa a una vacuna . Aquello fue el comienzo de una larga lucha contra una hidrocefalia y un tumor medular . “Lo operaron con riesgo de quedarse tetrapléjico, pero logró caminar y hacer una vida normal dentro de sus secuelas” , recuerda su madre.
A los 15 años , una nueva operación por una escoliosis severa marcó otro antes y después. “Cuando salía a observación sufrió una embolia pulmonar y quedó en parada. Las secuela

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