Leo los diarios de Azaña. El grueso del tomo son los llamados Cuadernos de La Pobleta, su residencia a las afueras de Valencia, en las montañas tranquilas, junto a un búnker y un cañón antiaéreo, en el turbio 37 de España. Azaña llena las páginas mientras los españoles se matan entre sí, con la ayuda de las armas y soldados de italianos, alemanes o rusos y de las sonrojantes componendas de ingleses o franceses.
No es tal vez Azaña el más vehemente en sus formas o en sus discursos políticos, pero sí el que más fervorosamente defiende a la República ante enemigos incontables: el descrédito de la paz, la violencia en la retaguardia, la desidia de los políticos, el desorden en el ejército, la falta de municiones, la autoridad desmembrada y anulada, los cabildeos, los abandonos, las terribles

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