Desde la ventanilla del avión que aterriza en la pista del aeropuerto Almirante Padilla, de Riohacha, se ve la parte de atrás de una fila de casas de concreto. Algunos niños miran al aparato volador con las manos en una reja verde de poca altura. Con 230.000 habitantes, la capital de La Guajira es un conjunto de edificios bajos, de tres o cuatro pisos. Luego, una vez estoy fuera del avión, caminando rumbo a las bandas de los equipajes, veo los anuncios del aeropuerto escritos en español, inglés y wayuunaiki, la lengua de los wayúu, una etnia con un millón de personas en el departamento.

Siga leyendo: Entre la greda y la viña: un viaje por las tradiciones de Santiago de Chile

El aeropuerto no es grande. Me encuentro con los encargados de la visita de los periodistas y trabajadores de ag

See Full Page