La Casa Blanca ha lanzado un órdago sin precedentes: Estados Unidos no asistirá al G20 si Sudáfrica no revierte su política de expropiación agraria . El presidente Donald Trump ha acusado directamente al Gobierno de Cyril Ramaphosa de orquestar un plan de « limpieza étnica encubierta » contra los afrikáners , los granjeros blancos descendientes de colonos europeos .

«Es una vergüenza absoluta que una cumbre de esta magnitud tenga lugar en un país que permite la confiscación violenta de tierras , los asesinatos selectivos y la persecución racial», ha declarado Trump en su red Truth Social.

La cumbre del G20 , prevista para los días 22 y 23 de noviembre en Ciudad del Cabo , sufre así un golpe diplomático sin precedentes , ante la retirada de la primera potencia mundial , que amenaza con arrastrar a sus aliados más cercanos en una acción conjunta de presión internacional.

¿Quiénes son los afrikáners y por qué están en el centro del conflicto?

Los afrikáners son descendientes de colonos neerlandeses, hugonotes franceses y emigrantes alemanes establecidos en el sur de África desde el siglo XVII. Aunque históricamente dominaron el aparato económico y político de Sudáfrica durante el apartheid, su papel ha cambiado drásticamente tras el ascenso del Congreso Nacional Africano (ANC) al poder.

Desde 2018, Sudáfrica debate una polémica reforma constitucional que permite la expropiación de tierras sin compensación con el objetivo declarado de corregir los desequilibrios históricos provocados por el colonialismo. Sin embargo, críticos como Trump sostienen que se trata de una medida arbitraria y racialmente motivada que vulnera los derechos humanos fundamentales .

«Estamos viendo una forma moderna de persecución racial . No se trata de política agraria, se trata de ideología extremista», insistió el mandatario estadounidense.

Boicot oficial al G20: Estados Unidos planta cara

El propio Trump ya había descartado semanas atrás su asistencia personal a la cumbre. Se contemplaba entonces la posibilidad de que el vicepresidente J.D. Vance encabezara la delegación estadounidense. Pero ahora, tras la intensificación del conflicto, Washington ha optado por un boicot total .

« Ningún funcionario del gobierno estadounidense estará presente en Sudáfrica mientras no cesen los abusos », sentenció el presidente en un comunicado oficial.

La decisión, considerada por analistas internacionales como la acción diplomática más agresiva de Estados Unidos en África desde la Guerra Fría , tensiona aún más las relaciones entre ambos países, ya deterioradas por los recortes de ayuda y la crítica abierta del Gobierno estadounidense a las políticas del ANC.

Consecuencias geopolíticas del pulso Trump-Ramaphosa

La respuesta del Gobierno sudafricano ha sido, hasta ahora, parca y desafiante . Un portavoz del Ministerio de Relaciones Internacionales se limitó a señalar que Sudáfrica « defiende el principio de soberanía nacional en sus reformas internas » y que la redistribución de la tierra es irreversible .

Sin embargo, la presión internacional crece. Países como Australia, Hungría y Polonia han expresado su preocupación por la situación de los granjeros blancos, mientras que otros actores globales —como China y Brasil — mantienen una postura neutral, aunque observan con atención la evolución de los acontecimientos.

En paralelo, grupos de derechos humanos han instado a la ONU a enviar una misión independiente que investigue las denuncias de violencia, asesinatos y despojo sistemático sufridos por miembros de la comunidad afrikáner en zonas rurales.

Más allá del gesto: Washington aplica sanciones y ofrece refugio

La posición de la administración Trump no se ha limitado al plano retórico. Desde febrero de este año, Estados Unidos ha cancelado todas las ayudas económicas bilaterales a Sudáfrica y ha activado un programa de asilo preferencial para granjeros blancos , alegando razones humanitarias.

«Los afrikáners que huyan de la persecución en Sudáfrica encontrarán en Estados Unidos un hogar», dijo el portavoz del Departamento de Estado en una comparecencia reciente.

Por contra, la entrada general de refugiados sudafricanos no blancos ha sido restringida, lo que ha generado acusaciones de doble rasero por parte de diversas organizaciones y gobiernos africanos.

¿Afectará el boicot al futuro del G20?

El boicot estadounidense al G20 plantea un escenario inédito. Sin Estados Unidos —y potencialmente sin Canadá ni algunos miembros de la UE que podrían sumarse— la cumbre corre el riesgo de perder legitimidad internacional , especialmente en temas como seguridad alimentaria , cooperación climática y estabilidad financiera global .

Algunos expertos consideran que Trump utiliza el G20 como una herramienta de presión electoral en vísperas del ciclo legislativo de 2026, reforzando su imagen de defensor de las «minorías olvidadas» y oponente feroz de lo que él considera «la hipocresía globalista».

La decisión de Estados Unidos de plantar cara a Sudáfrica en un foro multilateral como el G20 representa un desafío mayor a la cooperación internacional . Al convertir la cuestión de los afrikáners en un asunto de Estado, Trump redefine las prioridades diplomáticas de Washington y reaviva el debate sobre los límites entre soberanía nacional y derechos humanos .

Sudáfrica, por su parte, parece decidida a continuar con su política de redistribución sin concesiones. La comunidad internacional observa en vilo.