En el fútbol, hay retornos que trascienden lo meramente táctico. No son sólo movimientos sobre el tablero, sino reencuentros con la esencia . En el caso de Federico Valverde , su vuelta al centro del campo no es una simple reubicación: es una reivindicación personal. Un retorno al lugar donde su talento respira con libertad , donde su juego se expresa sin cadenas. Donde, en definitiva, Valverde es más Valverde .

Durante semanas, la pizarra de Xabi Alonso se vio condicionada por las lesiones. La ausencia de Trent Alexander-Arnold , primero, y la de Dani Carvajal , después, obligaron al técnico del Real Madrid a mover piezas. Y ahí emergió el uruguayo, disfrazado de lateral derecho , como solución fiable, incluso brillante. Su potencia física, rigor defensivo y capacidad para interpretar los espacios lo convirtieron en un comodín de lujo. Pero en cada carrera, en cada cruce, había algo que se contenía. Porque su naturaleza no es la de un defensor. Valverde nunca dejó de ser mediocampista .

En total, seis de los catorce partidos que ha disputado esta temporada los ha jugado en esa posición de emergencia: cuatro en Liga y dos en Champions League . No era un rol desconocido — ya con Ancelotti lo asumió hasta en quince ocasiones la pasada campaña —, y desde esa demarcación incluso marcó dos goles y repartió cuatro asistencias . Pero por muy funcional que fuera, el lateral no era su lugar. No lo era en el alma.

Un mediocentro con alas

Desde el mediocampo, Valverde lo abarca todo : corre, equilibra, acelera, frena, sostiene. Es vértigo y control. Pulmón y brújula. Su capacidad para recorrer el campo de área a área, para leer los tiempos del partido, para intervenir en todas las fases del juego, lo convierten en una de las piezas más completas y valiosas del vestuario blanco. Por eso su regreso a la medular no es sólo una consecuencia de la lesión de Tchouameni ni del regreso de Trent, sino una buena noticia para el Madrid . Y, sobre todo, para él.

Pese a todo, Valverde ha mostrado una evolución en su discurso. Atrás quedaron las declaraciones tajantes sobre su incomodidad como lateral. Tras la derrota en Anfield, dejó una reflexión mucho más abierta, casi madura:
“Intento aprovechar y disfrutar esta posición. Seguir aprendiendo y creciendo. Es verdad que hoy me faltó llegar un poco más, crear más ocasiones, pero tenía cierto miedo al defender. Aun así, estoy disfrutando, estoy contento, creo que lo estoy haciendo bien ahí y voy a seguir disfrutando” .

Esas palabras hablan de un futbolista que ha aprendido a adaptarse, que ha asumido con profesionalismo cada decisión del entrenador, pero que no esconde que su sitio está en el centro . Ahora, con Tchouameni fuera de combate , la oportunidad se ha abierto y Valverde vuelve al lugar que nunca quiso abandonar del todo .

El Real Madrid recupera, así, al motor de su juego interior , a ese futbolista que encarna el equilibrio entre la energía y la inteligencia táctica. Para Xabi Alonso, es una bendición táctica ; para el propio jugador, una liberación emocional . Valverde regresa a su zona de influencia, al espacio donde construyó su identidad y su jerarquía .