Ecuador se prepara para elegir si instalar una Constituyente que redacte una nueva carta magna. De suceder es podría ser la Constitución número 21 de su historia republicana. Desde 1830, el país ha reescrito su norma suprema veinte veces. Cada texto ha surgido como respuesta a crisis políticas, promesas de refundación o intentos de control del poder . La pregunta de fondo no es solo jurídica, sino histórica: ¿por qué un Estado que se proclama democrático ha sentido la necesidad de reinventarse constitucionalmente tantas veces?

Desde la independencia, el constitucionalismo ecuatoriano ha funcionado como espejo de su inestabilidad. Cada cambio de régimen —una revolución liberal, un golpe militar o un nuevo proyecto político— trajo consigo una constituyente. La carta se convirtió en inst

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