En este mundo recalentado de expectativas y urgencias, los románticos aseguran que hay un retorno al poder fantástico de la charla y la pereza. Y exaltan el crecimiento de una filosofía sanadora que busca su remedio en el “No hacer nada”. La norteamericana Constance Kassor –informa una nota- profesora en la Universidad de Lawrence, presentó un curso llamado “Cómo no hacer nada”. Se convirtió, inmediatamente, en el más popular de la universidad. ¿Por qué? Evidentemente los estudiantes quieren aprender a gestionar el estrés, relajarse, desconectarse, descansar. Allí se enseña “que la productividad por sí sola no es necesariamente buena”, que hay que saber saborear las esperas y no estar respondiendo a toda hora a la demanda agotadora de la pura acción. “Las clases –dice el informe- incluyen

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