Por: Pedro Alberto Restrepo A.

Se cumplen cuatro décadas de la toma del Palacio de Justicia, uno de los capítulos más dolorosos de nuestra historia republicana. El 6 y 7 de noviembre de 1985, el grupo guerrillero M-19 atacó el corazón de la justicia colombiana, dejando un saldo de destrucción, muerte y profundas heridas institucionales y sociales que aún no cicatrizan.

El M-19 nació como una insurgencia urbana que decía luchar contra el fraude electoral y por la “democracia popular”. Sin embargo, su legado está marcado por acciones violentas, secuestros, cárceles del pueblo, asaltos emblemáticos y tragedias como la Toma y Quema al Palacio de Justicia, donde magistrados, funcionarios y civiles fueron torturados y asesinados en un acto que pretendió desafiar al Estado pero terminó atentan

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