La Guerra Civil Española dejó un saldo devastador de aproximadamente 600.000 muertos. Esta cifra incluye tanto a soldados caídos en combate como a civiles, además de víctimas de la violencia política. Las cifras de esta violencia continúan siendo objeto de revisión, en parte debido a los hallazgos en fosas comunes. El historiador Francisco Espinosa, en su último recuento exhaustivo, estima que 140.159 personas fueron asesinadas por los sublevados y el régimen franquista hasta 1950, mientras que 49.367 fueron víctimas de los republicanos. Por su parte, Julián Casanova, de la Universidad de Zaragoza, eleva estas cifras a 100.000 represaliados por los sublevados durante la guerra y otros 50.000 en la posguerra, además de 55.000 víctimas de la represión en la zona republicana. Casanova aclara: "A partir del 39 no hay muertos de posguerra asesinados por republicanos". Un mapa audiovisual elaborado por RTVE, basado en el censo de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática, documenta los lugares de enterramientos irregulares desde 1936. Las mayores fosas de represión republicana se encuentran en Madrid y Barcelona, mientras que la represión de los sublevados se extiende por las zonas que controlaron desde el inicio del conflicto. Espinosa advierte que "no tiene nada que ver la represión que traen las columnas de África con la que practican las izquierdas locales". En su estudio, se centra en las provincias del suroeste peninsular, las primeras en caer bajo el control de los golpistas. "No hay comparación alguna entre lo que hicieron los que rompieron la legalidad y traían un plan establecido de exterminio, y lo que hicieron los otros", señala. Lourdes Herrasti, arqueóloga de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, explica que en las fosas pueden encontrarse personas de diversos oficios, como albañiles, carpinteros y campesinos. "En otras ocasiones sí hemos encontrado fosas solo y exclusivamente de maestros, o de trabajadores del ferrocarril, o en las que hemos recuperado solo y exclusivamente a mujeres", añade. Los sublevados tenían como objetivo a dirigentes y militantes de partidos políticos, sindicatos, trabajadores urbanos y campesinos. El general Emilio Mola, director de la sublevación, envió en abril instrucciones reservadas a los conjurados, estableciendo que la acción debía ser extremadamente violenta para reducir al enemigo. Las órdenes de Mola se implementaron desde el primer día. Los sublevados tomaron Puerto Real (Cádiz) el 18 de julio casi sin oposición, ejecutando a jornaleros, obreros y representantes políticos. En este municipio se han recuperado 193 cuerpos. El alcalde, José María Fernández Gómez, fue encarcelado y posteriormente fusilado. La represión y las fosas siguen el rastro del avance de las columnas militares, que continuaron su marcha a lo largo del conflicto, dejando un legado de dolor y sufrimiento que aún se investiga y recuerda en la actualidad.