El 10 de noviembre, el secretario de Guerra de Estados Unidos, Pete Hegseth, anunció que el Ejército estadounidense llevó a cabo dos ataques aéreos en aguas internacionales del océano Pacífico, resultando en la muerte de seis personas, presuntamente vinculadas al narcotráfico. Hegseth comunicó a través de su cuenta en X que estas operaciones fueron ordenadas por el presidente Donald Trump y forman parte de una ofensiva antidrogas más amplia. Según el funcionario, las embarcaciones atacadas estaban asociadas con organizaciones terroristas designadas y transportaban narcóticos en una ruta conocida por el tráfico de drogas. "Ambos ataques se realizaron en aguas internacionales y cada embarcación tenía a bordo a tres narcoterroristas. Los seis murieron, y no hubo heridos entre las tropas estadounidenses", afirmó Hegseth. Sin embargo, las autoridades no han proporcionado la identidad de los fallecidos ni pruebas que confirmen su implicación en actividades delictivas. Con estos ataques, la cifra total de muertos en esta campaña antidrogas asciende a 76 desde su inicio en septiembre. Además, se han destruido alrededor de 20 embarcaciones en el marco de esta ofensiva. Expertos han calificado este despliegue como el mayor desde la Primera Guerra del Golfo, con aproximadamente ocho buques de guerra estadounidenses en el Caribe, incluyendo destructores y un portaaviones nuclear. Hegseth defendió las operaciones, afirmando que están diseñadas para proteger a Estados Unidos de los cárteles de la droga. "Estamos eliminando a estos terroristas que buscan dañar a nuestro país y a nuestra gente", concluyó. Sin embargo, estas acciones han sido objeto de críticas por su falta de transparencia y por posibles violaciones al derecho internacional. Organizaciones de derechos humanos han denunciado que estas operaciones podrían considerarse ejecuciones extrajudiciales. El régimen de Venezuela ha expresado que estas acciones tienen como objetivo desestabilizar al gobierno de Nicolás Maduro, más allá de la lucha contra el narcotráfico. La situación en la región sigue siendo tensa, mientras Estados Unidos intensifica sus esfuerzos para combatir el tráfico de drogas en el Pacífico y el Caribe.