Los Estados de la Unión Europea todavía no han comenzado a discutir en firme sobre sus prioridades para el próximo presupuesto europeo para el periodo 2028-2034 (lo que en Bruselas se llama el marco financiero plurianual), pero el Parlamento Europeo ya ha sacado el hacha de guerra. Para intentar aplacar una rebelión de la Eurocámara, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha ofrecido un pequeño ajuste dentro del diseño de las futuras cuentas que garantiza que al menos un 10% de los fondos que recibirán los Estados deba ser destinado al sector agrícola. Es decir, una nueva partida “rural” destinada a calmar las críticas de los que temen la desintegración de partidas históricas como los fondos de cohesión o la Política Agrícola Común (PAC).

El motín en Bruselas no llega

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