La Agencia Espacial Europea (ESA) y el Centro de Predicción del Clima Espacial de la NOAA (EEUU) han emitido una alerta de tormenta geomagnética (nivel G4) tras la llegada a la Tierra de una potente eyección de masa coronal (CME) procedente de una erupción solar de gran magnitud registrada el pasado martes 11 de noviembre.

El fenómeno, descrito por los astrónomos como « uno de los más intensos de los últimos años », podría generar en las próximas horas auroras visibles en latitudes inusualmente bajas, además de interferencias temporales en sistemas de comunicación, navegación y satélites.

El evento ha tenido lugar en una región activa del Sol denominada AR3896 , que liberó una llamarada de clase X5.1 , la categoría más alta dentro de la escala que mide la intensidad de las erupciones solares. El estallido alcanzó su pico a las 10:04 horas del pasado martes, y fue captado por los satélites de Solar Dynamics Observatory (SDO).

Apenas minutos después de la erupción, los instrumentos registraron la eyección de una gran cantidad de plasma y partículas cargadas, viajando a velocidades cercanas a 1.500 kilómetros por segundo en dirección a la Tierra. Según la ESA, esta eyección se suma a otras dos ocurridas en los días anteriores (7 y 9 de noviembre), formando lo que los expertos denominan un fenómeno de « CME caníbal », en el que varias eyecciones se fusionan y refuerzan mutuamente.

¿Qué impacto tendrá sobre la Tierra?

La llegada del frente principal del material solar se produjo entre la noche del 12 y la madrugada del 13 de noviembre, desencadenando una tormenta geomagnética de categoría G4 en la escala NOAA, que va del nivel G1 (menor) al G5 (extrema).

Este tipo de tormentas se produce cuando el viento solar interactúa con el campo magnético terrestre , generando intensas corrientes eléctricas y variaciones en la ionosfera. Aunque no representan un riesgo directo para la salud humana, sí pueden provocar alteraciones técnicas , como:

  • Perturbaciones en satélites : tanto de comunicación como de observación.
  • Interferencias en las señales GPS y de radio de alta frecuencia, especialmente en la cara diurna del planeta.
  • Corrientes inducidas en redes eléctricas y oleoductos, que podrían afectar transformadores o provocar picos de voltaje .

Uno de los efectos más espectaculares del fenómeno es la aparición de auroras boreales y australes visibles a latitudes mucho más bajas de lo habitual.
En las últimas horas, se han reportado auroras visibles en Irlanda, Escocia, Alemania, Polonia, Canadá y hasta en el norte de Estados Unidos y Nueva Zelanda, con tonalidades que van del verde al violeta.

En España, aunque la ESA no espera grandes alteraciones, no se descarta que en el norte peninsular (especialmente en zonas de Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco) puedan llegar a observarse tenues cortinas luminosas si las condiciones atmosféricas lo permiten.