Tiene anteojos oscuros y bien grandotes, tan grandotes que parecerían exagerados para Guillermo Novellis , el cantante de La Mosca. Está sentada a la izquierda de la reina de los almuerzos televisivos y escucha a la locutora decir su nombre y contar, también, qué hizo para ser lo suficientemente relevante como para que Mirtha Legrand le asigne una de sus sillas.
“La señora Yiya Murano ”, dice la locutora. Deja ese nombre inscripto en la historia criminal argentina flotando unos segundos en el aire y sigue: “Estuvo presa, acusada de envenenar a sus amigas”. Murano empieza a sonreír cuando escucha lo de “estuvo presa”, y suelta una risa con lo que sigue. Lo que, en 1979, la convirtió en “la envenenadora de Monserrat” para siempre.
Como alcanza con decir “Yiya” para que la famosa

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