Weretilneck sigue sumergido en el escrutinio y abstraído en las razones del magro resultado electoral. Explícita la culpa central en la nacionalización de la disputa, pero incorpora y silencia componentes provinciales y locales, que lo ocupan.
Esta semana se multiplicó en juntadas individuales de repaso de la administración. Abrió una etapa, y ensayó una novedad: promete autonomía y delegación en los cambios que sus ministros le sugieren. Es una verdadera innovación, aunque todavía se presente en estado de tentativa.
Pone en crisis su fórmula de conducir, pero también se trata de un atajo para su propia corrección. Alienta y hasta habilitaría retoques intermedios por parte de sus ministros, reservándose su arqueo del gabinete para febrero o marzo. El salvoconducto ofrecido significaría

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